Si ponemos atencion en nuestra forma de relacionarnos, de reaccionar; si nos vemos reflejados en los espejos que nos muestran las personas con las que nos relacionamos -haciendo referencia a toda la gama de relaciones que vivimos cotidianamente - podemos apreciar como tanto a nivel colectivo como invididual nos rodean demasiadas actitudes inmaduras o infantiles. Nuestra sociedad, ha dado gran importancia al desarrollo intelectual, permitiendo el acceso a altos y profundos niveles en esta área, y ha hecho exactamente lo contrario con lo que a crecer emocionalmente se refiere, haciendo imposible dar con las herrameintas necesarias para desarrollar este plano al mismo nivel.
Las partes emocionalemte maduras del ser humano, buscan relacionarse con las partes emocionalmente maduras de otras personas; sin embargo, las partes del ser que no han llegado a la madurez se encuentran permanentemente ligadas a relaciones de dependencia parecidas a las maternas/paternas, con el propósito de llenar los vacios que resultan del no desarrollo de estas partes.
Un niño siente que el responsable de satisfacer sus necesidades es alguien ajeno a sí mismo, su supervivencia depende del exterior, y de esta manera, en el mismo momento que siente alguna necesidad, la demanda. No es capaz de apreciar al resto de seres individuales, con necesidades propias, preferencias, intereses o estados de ánimo. Un niño tiene miedo al rechazo y al abandono pues su dependencia física depende de ello y por que el mismo no se vale para saciar sus necesidades, es dependiente. Siente que el mundo gira a su alrededor y todos los presentes en el, las acciones y palabras de los demás, siempre tienen que ver con él, se lo toma todo como algo personal. No existe una guía adecuada que ayude a este niño a irse responsabilizando de sus propias necesidades conforme va creciendo. Pues parece que hayamos olvidado que éstas abarcan una amplia gama de necesidades de afecto, sustento, aprobación, reconocimiento, apoyo, valoración, que han de ser 100% satisfechas sin la ayuda de otros, pues es nuestra responsabilidad como seres auto-suficientes, independientes y completos, satisfacerlas.
No haber aprendido esto se refleja en forma de dependencia; dependemos de otros para tomar decisiones, para que nos rescaten, para que resuelvan nuestros problemas, para que nos den soluciones, para que pongan acción, para sentirnos completos o incompletos, para sentirnos amados o abandonados, dependemos económicamente de otros. Todos estas facetas se aprecian en la forma en que experimentamos nuestra realidad, en nuestras actitudes ante la vida, en todo lo que nos rodea, en nosotros mismos.
Sin embargo, debemos ser conscientes de nuestro propio poder, y actuar de manera responsable para con ese poder, es nuestra única responsabilidad. Como seres autosuficientes, independientes fisica, emocional y mentalmente, maduros, conscientes y responsables a fin de cuentas debemos aprender. Debido a que la educación no fomenta una comunicacion profunda y clara, la mayoria crecemos intentando adivinar la razón de las actitudes de las personas que nos rodean, y ante la imposibilidad de llegar a conclusiones objetivas, asumimos que existe algún error o defecto en nosotros que provoca las actitudes que nos dueles o nos son incomprensibles. Debido a esa falta de comunicación, no aprendemos a usar nuestro discernimiento y asi, cuando crecemos, seguimos esa misma trayectoria de dependencia con el mundo que nos rodea y que dibujamos como causa de todo cuanto nos sucede. Es importante hacer ver que la mayoria de las personas ni siquiera son conscientes de lo que necesitan, muchas veces simplemente nos sentimos frustrados, ansiosos, inconformes, insatisfechos, sin llegar a saber realmente lo que estamos necesitando. Debido a esta desconexión con nosotros mismos, unido al la inexistencia del conocimiento del propio poder ya mencionado, convierte la comunicación con nosotros y con los demas asi como nuestra manera de ver el mundo y de devenir en el en un diálogo de besugos. Pues la mayoría de las personas, sin tener claras sus necesidades, sin saber como pedir ayuda para satisfacerlas, utilizan un lenguaje incomprensible para que el otro responda, en busca de atención, hace uso de actitudes de indignación, indiferencia, rechazo, de frialdad; puede hacer reclamos vagos que no expresan claramente su petición, o pueden pedir otra cosa diferente a la que necesitan, haciendo incomprensible la comunicación clara y profunda con los demás ni consigo mismo.
Sin embargo, un adulto es capaz de percibir al resto de seres individuales, con necesidades propias, preferencias, intereses o estados de animo. Un adulto sabe que sus estados de animo no dependen del resto y no les da (no debería) a otros el poder de hacerlo sentir bien o mal, feliz o infeliz, satisfecho o insatisfecho; él elige como quiere vivir cada momento del ahora, sabe que es su decisión y que no depende del afuera. De esta manera, tampoco debe permitir a otro que le entregue su poder y simplemente no lo recibirá. Así, un adulto no se toma nada como algo personal, sabe que el mundo no gira en torno a él. Sabe manejar el abandono y el rechazo, porque sabe que no puede ser aprobado o desaprobado por otros que no sean él; no teme al abandono o al rechazo, pues sabe que es auto-suficiente y que se basta para satisfacer sus necesidades. Así, un adulto no intenta cambiar a nadie, lo acepta tal cual es (sin percibir miedo alguno por su integridad), moviéndose entre relaciones que cubran sus propias expectativas. No gasta tiempo ni energia, sabe que lo único que puede cambiar es a si mismo y por tanto, camba la actitud de demanda por la de petición, y no busca la gratificación instantánea, puede esperar a que la otra persona este disponible para ayudarlo, sin reclamos. Un adulto se sabe responsable de sus sentimientos, sabe que fuera de él no hay nada, que todo lo que siente simplemente es el resultado de sus creencias y expectativas, y por tanto no hace responsable a otros de sus sentimientos. De esta forma, si algo que otro hace le denota sentimientos incómodos, es dentro donde lo resuelve, no hay reclamos, ni intentos de cambiar al otro; el camino que toma es aceptarlo, poner límites claros o moverse a otra dirección.
La deficiencia de la educación nos impide aprender cómo ir adueñándonos de nuestro propio poder, para poder tomar decisiones en base a nuestros gustos y preferencias, nuestras necesidades... Crecemos con la idea falsa de que son los otros los que nos hacen sentir de un modo u otro, entregamos el poder influir en nuestro estado de animo al relacionarnos, pues no hemos aprendido que solo nosotros podemos elegir lo que sentimos. Redirigir la atención que está siempre puesta en los demás a nosotros mismos, a ese poder, a guiarlo con precisión, a mantenerlo y cuidarlo, a quererlo y querernos, es la única tarea.
Una vez más, podemos apreciar como las esferas de plenitud, felicidad, consciencia y devenir solo apuntan en una dirección, nosotros mismos.
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No haber aprendido esto se refleja en forma de dependencia; dependemos de otros para tomar decisiones, para que nos rescaten, para que resuelvan nuestros problemas, para que nos den soluciones, para que pongan acción, para sentirnos completos o incompletos, para sentirnos amados o abandonados, dependemos económicamente de otros. Todos estas facetas se aprecian en la forma en que experimentamos nuestra realidad, en nuestras actitudes ante la vida, en todo lo que nos rodea, en nosotros mismos.
Sin embargo, debemos ser conscientes de nuestro propio poder, y actuar de manera responsable para con ese poder, es nuestra única responsabilidad. Como seres autosuficientes, independientes fisica, emocional y mentalmente, maduros, conscientes y responsables a fin de cuentas debemos aprender. Debido a que la educación no fomenta una comunicacion profunda y clara, la mayoria crecemos intentando adivinar la razón de las actitudes de las personas que nos rodean, y ante la imposibilidad de llegar a conclusiones objetivas, asumimos que existe algún error o defecto en nosotros que provoca las actitudes que nos dueles o nos son incomprensibles. Debido a esa falta de comunicación, no aprendemos a usar nuestro discernimiento y asi, cuando crecemos, seguimos esa misma trayectoria de dependencia con el mundo que nos rodea y que dibujamos como causa de todo cuanto nos sucede. Es importante hacer ver que la mayoria de las personas ni siquiera son conscientes de lo que necesitan, muchas veces simplemente nos sentimos frustrados, ansiosos, inconformes, insatisfechos, sin llegar a saber realmente lo que estamos necesitando. Debido a esta desconexión con nosotros mismos, unido al la inexistencia del conocimiento del propio poder ya mencionado, convierte la comunicación con nosotros y con los demas asi como nuestra manera de ver el mundo y de devenir en el en un diálogo de besugos. Pues la mayoría de las personas, sin tener claras sus necesidades, sin saber como pedir ayuda para satisfacerlas, utilizan un lenguaje incomprensible para que el otro responda, en busca de atención, hace uso de actitudes de indignación, indiferencia, rechazo, de frialdad; puede hacer reclamos vagos que no expresan claramente su petición, o pueden pedir otra cosa diferente a la que necesitan, haciendo incomprensible la comunicación clara y profunda con los demás ni consigo mismo.
Sin embargo, un adulto es capaz de percibir al resto de seres individuales, con necesidades propias, preferencias, intereses o estados de animo. Un adulto sabe que sus estados de animo no dependen del resto y no les da (no debería) a otros el poder de hacerlo sentir bien o mal, feliz o infeliz, satisfecho o insatisfecho; él elige como quiere vivir cada momento del ahora, sabe que es su decisión y que no depende del afuera. De esta manera, tampoco debe permitir a otro que le entregue su poder y simplemente no lo recibirá. Así, un adulto no se toma nada como algo personal, sabe que el mundo no gira en torno a él. Sabe manejar el abandono y el rechazo, porque sabe que no puede ser aprobado o desaprobado por otros que no sean él; no teme al abandono o al rechazo, pues sabe que es auto-suficiente y que se basta para satisfacer sus necesidades. Así, un adulto no intenta cambiar a nadie, lo acepta tal cual es (sin percibir miedo alguno por su integridad), moviéndose entre relaciones que cubran sus propias expectativas. No gasta tiempo ni energia, sabe que lo único que puede cambiar es a si mismo y por tanto, camba la actitud de demanda por la de petición, y no busca la gratificación instantánea, puede esperar a que la otra persona este disponible para ayudarlo, sin reclamos. Un adulto se sabe responsable de sus sentimientos, sabe que fuera de él no hay nada, que todo lo que siente simplemente es el resultado de sus creencias y expectativas, y por tanto no hace responsable a otros de sus sentimientos. De esta forma, si algo que otro hace le denota sentimientos incómodos, es dentro donde lo resuelve, no hay reclamos, ni intentos de cambiar al otro; el camino que toma es aceptarlo, poner límites claros o moverse a otra dirección.
La deficiencia de la educación nos impide aprender cómo ir adueñándonos de nuestro propio poder, para poder tomar decisiones en base a nuestros gustos y preferencias, nuestras necesidades... Crecemos con la idea falsa de que son los otros los que nos hacen sentir de un modo u otro, entregamos el poder influir en nuestro estado de animo al relacionarnos, pues no hemos aprendido que solo nosotros podemos elegir lo que sentimos. Redirigir la atención que está siempre puesta en los demás a nosotros mismos, a ese poder, a guiarlo con precisión, a mantenerlo y cuidarlo, a quererlo y querernos, es la única tarea.
Una vez más, podemos apreciar como las esferas de plenitud, felicidad, consciencia y devenir solo apuntan en una dirección, nosotros mismos.
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