En las unidades de atención al usuario tenemos cinco grupos de interés, a saber, las administraciones, el usuario, la familia, la organización y la sociedad en general: una buena comunicación entre ellos para que sepan qué corresponde a cada cual es fundamental. Por esto, si bien es ineludible contar con el profesional, no se le puede dejar solo: hace falta la ética de la organización dónde se consensúa, qué menos, el modelo de ciudadano por el que debemos trabajar, los discursos coherentes que dirigirles, y los argumentos que se deben dar de porque sí o no a las diferentes peticiones. Los profesionales de estas unidades, solos, no pueden, nosotros, los usuarios todos, sin ellos, tampoco podemos. Depositar, por lo tanto, toda la bioética en este nivel micro es desmoralizarlo, condenarlo a quijote que quiere pero solo no puede. Por esto hace falta hablar a la vez de las responsabilidades de las organizaciones e instituciones donde trabajan los profesionales, de sus asociaciones profesionales y de la política socio- sanitaria:
a) Trabajar por un ethos corporativo, que no es el mismo que la suma de estilos personales, un ethos que pretende explicitar lo que se quiere conseguir como organización, como lo quiere conseguir, es decir, qué es el estilo por el cual se quiere caracterizar y, si fuera necesario, distinguir como organización dentro del sector, y cuál es el modelo de ciudadano al que se dirigen.
b) Un código ético (con comité dinamizador) puede ser un instrumento por conocer los valores y desde él concretar el tipo de acciones y procesos que la organización espera de su personal; pero como se trata de ética, no debe ser el código un reglamento jurídico interno; para ello se requiere formación, empoderamiento (la responsabilidad es proporcional al poder) y cuidado, no solamente del cliente, sino también de toda la gente que allá trabaja.
c) Generar democracia participativa: son necesarios foros de discusión, participación y deliberación, donde el conflicto sea concebido como síntoma de creatividad y de confianza en el cambio y la mejora.
d) Y todo esto no se consigue más que contando con los individuos que integran la organización, para lo cual hace falta generar un cierto sentimiento y orgullo de pertenencia a ésta. El profesional representa y proyecta la organización, es su cara visible y de él depende, en una importante parte, cómo vaya y hacia dónde.
Por ello no se debe dejar al profesional, cuando toma de decisiones, en la completa soledad: la verdad, la justicia y el bien se descubren mejor en entornos dialógicos. Uno solo no puede proyectar todo lo que se debe proyectar, ni controlar toda la complejidad, necesita del equipo y de su confianza. El trabajo bioético se hace en equipo, delegando responsabilidad y poder proporcionalmente al saber, y con conciencia de que están todos en el mismo barco, navegando con el mismo rumbo y la misma velocidad.
Nos recordaba P. Drucker que la sociedad del s. XXI será una sociedad de organizaciones o no será.