lunes, 4 de julio de 2011

Marco de las teorías cosmológicas

 La termodinámica y la mecánica estadística

El más antiguo de los cuadros teóricos utilizado en la cosmología, es el de la termodinámica, que hunde sus raíces en el siglo XIX, con sus dos principios: el de conservación y el de degradación de la energía en todo “sistema cerrado”. El primer principio concede a la energía  una  especie de  substancialidad, como  la  concedida  a  la  masa  o  “cantidad  de  materia”  desde  los  tiempos  de Lavoisier. Y  el  segundo  le atribuye  una  cierta  contingencia,  una  tendencia continua a degradarse.  Mide esta degradación otra  magnitud termodinámica, la entropía, que en un sistema cerrado nunca puede disminuir, sino que aumentará
siempre hasta transformar toda la energía del sistema en calor, y  dejar el sistema a una misma temperatura. Esta energía calorífica isoterma  resulta irrecuperable como capacidad de producir trabajo.  Se dice que el  sistema cerrado  alcanza su “muerte térmica”, en virtud de este principio entrópico. La aplicación de los principios  de  la  termodinámica  al  universo  en  su conjunto plantea la cuestión del origen  de  esa enorme  cantidad de  energía  que descubrimos en el universo.  Demuestra además que el universo, en la medida en
que constituya un sistema cerrado, ha tenido necesariamente una duración finita; pues de lo contrario  habría  alcanzado ya  su  muerte  térmica, contra lo  que  nos muestra la experiencia.  La fuerza de este “argumento  entrópico”  era seriamente considerada en el siglo XIX, desde la misma elaboración y  formulación de  este
principio  (Sir William Thomson, barón del Kelvin, en el período  1848-1862). Actualmente,  sin  embargo,  ha  perdido  su  fuerza,  pues  en  la  perspectiva  que estudiaremos de un universo en expansión, no es fácil defender su carácter  de sistema termodinámicamente cerrado. Al descubrirse la estructura molecular de  la materia, la termodinámica da lugar a la teoría cinética de los gases y a la mecánica estadística.  Con ello las
magnitudes termodinámicas se reducen a magnitudes dinámicas de moléculas, estadísticamente  promediadas  dentro  de  grandes  conjuntos.   En  concreto,  un sistema posee entropía mayor cuando está “más desordenado” o, para  el  físico, cuando  es  “más  probable”;   y  la  probabilidad de  un  sistema “mesocósmico” viene dada por el número  de  “microsistemas”  (supuestos equiprobables) que  le corresponden.  La entropía S de un  sistema ha de ser justamente proporcional al logaritmo de su probabilidad W (“Wahrscheinlichkeit “ en alemán”):  Es cerrado un sistema, si a través de sus fronteras no puede pasar ni materia ni energía.

La  entropía tiene  una  definición termodinámica muy  sencilla:   Un  sistema  o  subsistema (necesariamente abierto) que recibe (o pierde) una cantidad de calor DQ a la temperatura T, aumenta (o disminuye) su entropía en  DS = DQ / T.  La temperatura T ha de medirse en la escala absoluta de  temperaturas (en  “grados  Kelvin”),  cuyo  cero  corresponde  a  273.15  “grados centígrados” bajo cero (0 ºK = –273.15 ºC).

En virtud  de  sus  conceptos, la entropía total de  dos  subsistemas  ha  de  ser  la  suma  de  sus entropías, y su probabilidad total el producto de sus probabilidades;  por ello, la  relación entre entropía y  probabilidad ha  de  ser  logarítmica.  La  constante  de  proporcionalidad k es  una constante física universal, denominada “constante de Boltzmann”.  Ha de tener dimensiones de entropía, y su valor,  k = 1.34 · 10 – 2 3 julios ºK – 1,  coincide con el cociente  k =  R/N entre la “constante de los gases perfectos” R (recuérdese  su  ecuación  PV =  RT )  y  el “número  de Avogadro” N (número de moléculas en una molécula gramo, o de átomos de C1 2 en 12 gr).5. El modelo cosmológico estándar 7 Ley de Boltzmann   (1877) S  =  k  log W 

La muerte térmica se explica ahora por la propensión de todo  sistema aislado a alcanzar su estado más probable.  El “principio entrópico”, como la mayor  parte de las leyes físicas, adquiere así carácter estadístico. Dentro  de la termodinámica  de  fin  de  siglo  se  estudiaba  con  especial interés el espectro de la radiación  térmica, o  sea, la distribución de intensidades correspondientes a cada una de las frecuencias, para la radiación electromagnética emitida por un  cuerpo  en  equilibrio térmico con  ella, a  una  temperatura  dada.

Tal estudio resulta especialmente significativo para un “cuerpo negro”,  es  decir, un cuerpo cuya superficie absorbe todas las radiaciones que  incidan sobre  ella.

Resulta entonces  una  distribución de  frecuencias que  es  independiente  de  la substancia del cuerpo  negro  emisor,  dependiendo tan  sólo  de  su  temperatura. Cada temperatura posee  así  una  curva  espectral característica, que  expresa  la intensidad r en función de la frecuencia  n para  radiación a  la  temperatura  T.
Tales curvas presentan una curiosa forma de campana, cuya interpretación teórica obligó a Planck, en las últimas semanas del siglo XIX,  a  introducir  su  famoso“cuanto de acción” h  (k es la constante de Boltzmann que acabamos de ver, y c la velocidad de la luz): Radiación de Planck (diciembre 1900) r(n)  =  8p c 3 hn 3 exp(hn / kT) - 1


La relatividad especial y general

Ellas constituyen el segundo gran cuadro teórico de nuestra  cosmología. La relatividad especial fue introducida conceptualmente por Albert Einstein en 1905,  para  dar  la  misma  simetría  física  a  las  leyes  de  la  mecánica  y  del electromagnetismo.   Realiza para ello una  profunda  crítica  conceptual  de  las
magnitudes físicas básicas de espacio y tiempo.   E  introduce  entre  ellas cierta  relación física, de forma que la velocidad de la luz en el vacío sea una constante c, la misma para todo  observador  –aunque  éste  se mueva,  o  aunque  se mueva la fuente  luminosa–.   Esta  constante  enorme  resulta  ser  una  velocidad  límite: ningún cuerpo en movimiento, ninguna transmisión informativa pueden superarla (“principio de causalidad” relativista).  La  nueva relación física “tiempo-espacio” suele visualizarse en un espacio cuadridimensional (Herrmann Minkowski 1907);
                                                
Un  hierro  muy  caliente  se  pone  “al  rojo”  y  luego  “incandescente”.  Al  elevarse  su temperatura, el máximo de intensidad de la luz emitida pasa  de la  frecuencia del  rojo  a la  del amarillo.

Para un cuerpo cualquiera, lo que resulta independiente es  el cociente entre la intensidad de emisión y la de absorción.  Para el cuerpo negro, ésta última es total (igual a la unidad), y basta medir las intensidades de emisión.  En el laboratorio se construye el cuerpo negro en forma de una cavidad oscura sólo accesible a través de una pequeña ventana.  Ésta, vista desde fuera, actúa como una superficie emisora y totalmente absorbente.Un destello luminoso se propaga en él según  un  “cono  de  luz”,  y  un  cuerpo masivo describe una “línea de universo” interior a este cono.  Entre la energía y el momento lineal (o cantidad de movimiento) existe una relación física análoga, que puede visualizarse análogamente en otro espacio cuadridimensional idéntico, de “energía-momento”. Consecuencia importante de la relatividad especial es la equivalencia entre
la masa m y la energía E, fijada  por  la  famosa fórmula de  Einstein mediante el cuadrado de la velocidad de la luz: Equivalencia masa-energía   (Einstein 1905) E  =  m c2

Una pequeñísima cantidad de masa puede transformarse en una enorme cantidadde energía, como lo patentizan las bombas atómicas o  los  reactores  nucleares.Así que ya no hay dos principios de conservación, para la masa y para la energía.Hay uno sólo, digamos, el de la conservación de la energía, considerando la masa como una nueva forma condensadísima de energía.

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